Dormir bien en verano puede convertirse en una misión casi imposible. Las altas temperaturas, el tener más horas de luz, las cenas copiosas y el cambio de hábitos en verano pueden perjudicar el descanso y provocar problemas para dormir bien, aunque normalmente no tengamos problemas de sueño. Para evitar pasar largas noches en vela en la estación estival, podemos poner en práctica algunos consejos sencillos que os contamos a continuación.
Las mejores condiciones para dormir bien son tener una temperatura de entre 18 y 22 grados, según la Asociación Española del Sueño, con una humedad de entre el 50 y el 70%. En verano es complicado que se produzcan estas condiciones, sobre todo cuando las noches son especialmente calurosas y los termómetros no descienden de los 21 grados. En verano también aumentan las horas de luz. Esto afecta a la producción de melatonina, una hormona directamente relacionada con la inducción al sueño y que se libera en las horas de oscuridad.
La falta de sueño puede afectar a nuestra salud física y mental a medio plazo. Diabetes, obesidad, ansiedad, falta de atención, son algunos de los trastornos que puede provocar no dormir bien y dormir poco. Además, cuando no dormimos bien nos encontramos más cansados e irascibles. Esto sucede habitualmente en verano. En esta época, cambiamos nuestros hábitos de sueño, realizamos comida más copiosas y hacemos menos ejercicio. Esto, unido a las altas temperaturas y al aumento de horas de luz, produce problemas para dormir bien.
Dormir bien en verano es posible
Los efectos de no dormir bien pueden reducirse e incluso evitarse siguiendo algunos consejos sencillos que nos ayudarán a dormir bien en verano.
- Evitar las cenas copiosas. Pueden provocar dificultades para dormir y problemas digestivos. En verano, es habitual cenar fuera de casa, más tarde de lo habitual, en mayor cantidad y con alimentos con un mayor aporte calórico. Para dormir bien, es recomendable realizar cenas ligeras y, si es posible, con alimentos con un alto contenido en agua. De esta manera, contribuimos a una buena hidratación, ya que debemos beber un litro y medio de agua al día. Si hemos cenado más de la cuenta, podemos dar un paseo después de la cena y antes de irnos a dormir.
- Respetar los horarios de sueño, de comidas y de cenas. Estamos en verano y las vacaciones implican un cambio en nuestros hábitos respecto al resto del año. Pero, en la medida de lo posible, hemos de evitar variarlos demasiado. Una forma de hacerlo es establecer un horario para cenar y acostarse. También es recomendable no hacer siestas excesivamente largas. Entre 30 y 45 minutos es la duración adecuada, según los expertos.
- Emplear ropa transpirable para dormir. Tanto la ropa de cama como el pijama deben ser de tejidos frescos como el lino y el algodón. No nos debemos llevar el ordenador a la cama, porque la calienta y nos transmite el calor.
- Ventilar las habitaciones por la noche. Durante el día, mejor cerrar las ventanas y bajar las persianas para que no entre calor. Tampoco es bueno abusar del aire acondicionado, sobre todo por la noche, porque puede provocar contracturas musculares y enfriamientos.
- No consumir bebidas estimulantes antes de dormir. El alcohol, el café o el té perjudican el sueño, por lo que hay que limitar su consumo, y más si estamos cerca de la hora de dormir.
- Practicar ejercicio horas antes de irnos a dormir. Es importante no dejar de lado el deporte en verano. El ejercicio es un gran aliado para conciliar el sueño. Eso sí, hemos de practicar deporte entre tres y seis horas antes de acostarnos. El deporte aumenta nuestra temperatura corporal y nos activa, por lo que es más difícil conciliar el sueño si no dejamos pasar un tiempo.
- No consumir somníferos para dormir. Al no poder dormir, tendemos a ponernos nerviosos y podemos tomar algún somnífero. Esto puede crearnos una dependencia a medio plazo y hacer del insomnio un problema habitual no solo en verano, también el resto del año. Por eso, debemos relajarnos y tomarnos el verano con calma. Las altas temperaturas no van a durar siempre.
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